Practicando balconing

WP_20150508_017Así es como me gusta llamar en mi cabeza a mi más reciente afición. Me río sola. Elijo esta forma de llamarlo sólo para reírme y funciona.

Durante años de haber tenido jardín, con padres amantes de las plantas y una carrera que me hubiera permitido conocerlas hasta donde hubiera querido, nunca me interesaron lo suficiente como para dedicarles más del tiempo necesario.

Sí que es cierto que en algunas ocasiones he intentado hacer esfuerzos por aprender cosas de ellas porque sé lo útiles que son y en verdad creo que son importantes… pero por alguna razón nunca llegaba a interesarme del todo, a generar lo que ahora sé que podría llamar una especie de conexión.

Hace unas semanas, compramos unas plantas para ponerlas en el balcón. Pensaba que el encargado de cuidarlas sería E. -más que nada porque él lo insinuó y porque después de mi historial yo no me veía capacitada. No sé exactamente qué lo causó, no lo sé. Pero por primera vez hemos conectado. La salvia, la albahaca, la menta, el cebollino, los tomates cherry y yo.

La sensación de unión es fuerte y diferente. Pienso que esta sensación debe ir ligada al hecho de que su forma de comunicación conmigo sea tan diferente de la del resto de seres. Ellas me hablan, me dicen si quieren agua o sol, si están a gusto en ese lugar o no, pero no de la forma convencional. Tengo que observarlas, interpretarlas, dedicarles mi tiempo y analizarlas. Y tengo que hacerlo además, porque su supervivencia depende de mí.

Su presencia en el balcón ha cambiado mi rutina. Ahora al levantarme lo primero que hago es mirar por la ventana, ver cómo están, qué necesitan. Después, cuando ya hice un poco de balconing, estoy lista para tomarme el café.

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