Cotidianidades (1): pequeñas contradicciones

WP_20150421_010«Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo» – Einstein.

Levantarse a las siete de la mañana. Desayunar. Darse una ducha y lavarse los dientes. Vestirse y acabar de preparar las cosas. Salir de casa e ir a la parada del autobús para ir a trabajar. Empieza otro día de trabajo, igual que como empezó ayer e igual que como empezará mañana. Jamás entendí cuál podía ser el placer que la mayoría de la gente encuentra en esto. En saber exactamente qué es lo que les ocurrirá la mañana siguiente, en hacer cada mañana todo en el mismo orden. Nunca irá primero la ducha y después el desayuno. No. Porque el orden ya se ha establecido así. Para cada persona será uno distinto, pero… es uno determinado. En contraposición a eso: vivir en ciudades diferentes, con caras distintas e idiomas irreconocibles. El esfuerzo matutino de empezar a reconocer nuevas palabras en cada una de las conversaciones que se dan a mi alrededor. Primero la ducha, o el café, o vestirme. O mejor al revés. Depende del día. Depende del tiempo. De mi humor. O en realidad no depende de nada. Es una cuestión que dejo que ocurra al azar. El placer de lo inesperado, de la improvisación, de lo nuevo. Pero, las contradicciones son una constante… Llego a la parada del autobús y está la chica con la barra del pan que siempre llega antes que yo y me dice buenos días. Después vamos todas hacia el autobús: la chica de la barra del pan, la otra chica que es rubia y la que suele venir con el niño que es precioso… y una adolescente. Nos vamos saludando unas a otras y deseándonos buenos días mientras subimos al autobús y saludamos al conductor que, normalmente, conocemos también. Hago esta ruta de autobús entre unas 8 y 15 veces por semana (depende de la semana), así que conozco a casi todos los conductores. A veces también coincido con algún pasajero habitual de esa ruta como yo y nos saludamos, a veces incluso comentamos algún incidente del tiempo, del día, del tráfico… Son pequeñas cosas: sonrisas, buenos días, frases amables. Pequeñas cosas bonitas que hacen que mis días sean mejores. Son pequeñas cosas que me trae mi rutina que me gustan y que me hacen entender un poco mejor esa satisfacción que a otras personas les trae ese orden en su vida, en la que yo antes sólo era capaz de vez aburrimiento. Voy eligiendo querer a mis pequeñas cotidianidades.

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